A pesar de “volar bajito” y estar fuera del radar, Armando Soto Mantilla, un comerciante de 33 años y vecino del Residencial Manuel A. Pérez, fue ejecutado de múltiples balazos frente a su negocio en Hato Rey. Según nuestras fuentes, la orden vino directa de un bichote, quien lo consideraba una amenaza silenciosa en el bajo mundo.
El crimen ocurrió a las 12:36 a.m., cuando una llamada al 911 alertó sobre detonaciones en la intersección de las calles Blanes y Vergel. Al llegar, agentes del CIC de San Juan encontraron el cuerpo sin vida de Soto tirado junto a su vehículo.
Armando era el dueño del negocio “La Esquina de Soto”, un bar sin rotulación que llevaba abierto apenas tres meses. Además, trabajaba en el aeropuerto Luis Muñoz Marín y tenía un car wash. No tenía antecedentes penales, ni armas registradas, ni estaba bajo investigación. Pero en la calle… había movidas que no todos veían.
En la caja registradora se encontraron $1,600, por lo que las autoridades descartan el robo como móvil del asesinato. En la escena, se recuperaron 10 casquillos calibre .40, lo que apunta a una ejecución planificada.
El inspector Edwin Figueroa Maldonado, jefe del CIC de San Juan, afirmó: “No descartamos nada… lo estaban acechando”.
Según informantes de Xposed, la víctima había tenido roce con fichas del bajo mundo. Aunque estaba callao’, ciertas lealtades y negocios paralelos lo pusieron en la mira de un narco que no perdona las jugadas dobles.
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